jueves, 1 de noviembre de 2012

Mi Despertar al Sexo.


Siempre fui una chica de sangre caliente, naci la Ciudad de Buenos Aires y me crie en el barrio de Villa devoto. Ya desde muy niña solía tocarme mis partes más intimas, y recuerdo el placer que me provocaba dicha práctica.

También recuerdo los retos y penitencias que me imponían cuando me veían mis padres, luego a medida que crecí fui perfeccionando la técnica y tomado los recaudos necesarios para que no me descubran.

Creo que no tenia más de 10 años cuando con una gran amiga, Susana descubrimos nuevas sensaciones auto penetrándonos con el mango de un cepillo para el pelo.

A los 12 ya era una niña de lo más desarrollada, mis pechos comenzaron a tomar forma y comencé a sentir como me miraban los chicos y los grandes también. Susana vivía al lado de un vecino que tendría unos 14 0 15 años, corría el año 76 estábamos en vacaciones de invierno y realizando la pila de tarea que la maestra nos había dejado para que no nos aburramos durante el receso.

Javier se ofreció a ayudarnos a realizar la tarea, el ya estaba cursando la secundaria y nos seria de gran ayuda. A poco de empezar con el trabajo me día cuenta que no dejaba de mirarme los pechos, ante esa situación me comencé a calentar de tal forma que perdí la concentración en la tarea y empecé a seducirlo. Javier estaba al palo, era mi oportunidad de tener un acercamiento con alguien del sexo opuesto y no me la iba a perder.

Susana si bien era calentona, el hecho de estar en su casa y la confianza que tenia con el chico, hacia que mantuviera una posición distante. En un determinado momento le coloco una mano sobre la pierna a Javier para ver qué pasaba, y creo que hasta escuche los latidos de su corazón, el chico se quedo casi paralitico. Ahí me di cuenta de que podía avanzar, pura intuición femenina, sabía que yo iba a controlar la situación y manejarla a mi antojo.

Suspendí la tarea abruptamente con el pretexto de que estaba aburriéndome, inmediatamente sugerí escuchar algo de música practicar alguno de los pasos de moda. Ambos aceptaron al instante. Pusimos el toca disco que Susana tenía en la habitación y comenzó mi acoso al muchacho, escuchamos algunos Rock & Roll tratando de hacer algunas piruetas y cuando pude acercarme al tocadiscos  coloque unos lentos,  le pegue una apretada a Javier que todavía debe recordar.

En esos tiempos una telenovela había puesto de moda una canción, Fly , vuela y en el inicio de la novela había una hermosa mujer bailando con un vaso de whisky  que por momentos los colocaba en sobre su cabeza con movimientos sexis, y era el comentario de todos, a más de uno los ratoneaba mal. Yo lo sabía y en cuanto ubiqué el disco lo hice sonar, mientras con un vaso imitaba los movimientos de la protagonista, tanto Susana como Javier quedaron atónitos, fue en ese momento en  que lo invité al muchacho a que se uniera con migo al baile; lo tomé del cuello, el era un poco más alto que yo, casi ni se notaba la diferencia de altura, mi pelvis frotaba su miembro y me di cuenta de que estaba duro, el me tomaba de la cintura y no se atrevió a tocarme las nalgas, mis pechos se acercaban cada vez más a su pecho, por un momento pude sentir como Javi me acercaba con fuerza s a su pene erecto, y sentía como lo frotaba con mi pelvis.

Me comencé a mojar como loca. Susana cambio el disco y ni cuenta nos dimos, en un instante entre movimientos sutiles me di vuelta y sin pensarlo le refregué mis nalgas sobre su pene, el ahí me sostuvo de la cintura, apretó un poco y rápidamente me alejó, cuando miré su entrepierna tenía una soberana mancha en el pantalón, hoy puedo saber que en medio de la franela no había aguantado y eyaculó.

Se fue al baño y con la camisa afuera del pantalón aludió que se le estaba haciendo tarde y se fue raudamente, con Susana nos quedamos perplejas no lo podíamos creer, el muy turro había acabado y se fue de la vergüenza, dejándonos a las dos muy calientes. Tan calientes quedamos que decidimos masturbarnos con un cepillo que “Su” tenía muy parecido al mío, la calentura nos había corrido del eje, tanto que sin darnos cuenta estábamos franeleando entre nosotras y terminamos besándonos profundamente.

Luego vino la culpa, esa maldita culpa que nos invade después que hacemos algo placentero y que nos enseñaron que era prohibido, no sé si alguna llegó al orgasmo, pero fue un momento inolvidable. Después por varios días estuvimos sin hacer comentarios de los ocurrido, nos sentíamos como si hubiéramos descuartizado a alguien y lo teníamos oculto bajo la cama, cuando pudimos hablar del tema, quedamos en que no volveríamos a repetir algo similar, convenimos que habíamos transgredido todos los limites.

Igual yo seguía caliente con Javier, cada vez que recordaba que había tenido tan cerca   mío un pene de verdad me corría un cosquilleo desde el clítoris hasta lo más profundo de la vagina, e inmediatamente me comenzaba a mojar toda.

Javier después de su furtiva eyaculación mientras bailábamos nos evitó en todo momento, creo que por temor a que nos burlásemos del él. Yo por mi parte seguía caliente con “Javi” sabía que lo podía manejar y manejar la situación, y eso más me excitaba, lo cruce el los mes siguientes varias veces pero a pesar de mi especial simpatía me evadía y solo se limitaba a decirme chau.

Casi a fin de año después de que las cases terminaron, nos juntamos con Javi en una fiesta en casa de una amiga en común y ni hubo miras de acercamiento; entre tanto mis hormonas seguían a toda máquina, mi cuerpo cambiaba día tras día, me miraba al espejo y mis pechos crecían de forma inusitada, mi cintura se afinaba, ya a poco de cumplir los 13 media casi un metro setenta.

Me di cuenta de que mi cuerpo era objeto de deseo de todo aquel que me viera, me comían con las miradas, se puede decir que me estaba transformando en mujer y a pasos agigantados, ya me tenían en cuenta no solo los chicos de mi edad sino que los más grandes y hasta algunos tipos casados me decían cosas y pensaban en llevarme a la cama.

El verano pasó, se inició el ciclo lectivo y yo comencé mi primer año en el Colegio Nº 19 Luis Pasteur, corría el año 77, la escuela funcionaba en un edificio viejo y derruido, me costó adaptarme ya que cambie de compañeros y de ambiente.

Una tarde a la salida del colegio, mientras caminaba hacia mi casa con mis compañeras, me cruce con Javier, me separé del grupo y nos fuimos caminando y conversando de cosas vánales. Yo seguía caliente con “Javi” y como soy muy testaruda quería tener algo mas con él, y se lo di a entender, lo besé suavemente sobre los labios y él respondió dócilmente, así comenzamos una dulce relación, por mi parte estaba más preocupada por satisfacer mis instintos sexuales que por ponerme de novia.

Comenzamos a salir, de los besos suaves sutiles pasamos a comernos la boca, yo le desabrochaba la bragueta y metía la mano dentro del pantalón y le frotaba el pene hasta hacérselo empapar en esperma, mientras el se entretenía con mis pechos. Poco a poco en esas furtivas sesiones de sexo lo fui llevando a que pierda el miedo a tocarme la vagina, con temor y un poco de temor comenzó a tocarme y a partir de allí los dos nos íbamos con las manos impregnadas en nuestros fluidos.

Así siguió la cosa, no pasábamos de manosearnos, no recuerdo haber llegado al orgasmo en esos momentos pero todo eso me causaba un placer enorme.

Después de varios meses y casi llegando a fin de año me propuse que fuera él quien me penetrara, como soy medio obsesiva, me puse a investigar para hacerlo de la mejor forma y no arruinar el momento, me la pasé leyendo artículos en un libro que muy bien escondido tenía mi padre en su biblioteca “La Respuesta Sexual Humana”  un clásico de Máster y Johnson de los años 70 donde explicaban los distintos aspectos des relaciones sexuales. Después de leer parte de ese libro me di cuenta que la cosa no iba a ser tan sencilla, deberíamos cuidarnos de no me quede embarazada y para eso teníamos que comprar preservativos y buscar un lugar seguro donde poder abandonarnos al sexo con absoluta tranquilidad.

Luego de varias charlas en nuestros encuentros sexuales cada vez mas subidos de tono, ideamos un plan para hacerlo, minimizando los riesgos, como los padres de Javier trabajaban el horario de la tarde era el más indicado, ya que su hermano mayor estaba haciendo la colimba y por las tardes el estaba solo hasta las 6 de la tarde.

Una tarde de Diciembre, después de hacer mil y una peripecias para comprar los venditos “Velo Rosado” me entregue de pleno al muchacho. Para salir de casa a la una del medio día le dije a mi madre que iba al colegio a buscar unas notas, así me fui hasta la casa de Javier quien me esperaba ansiosamente.

No bien llegué me comenzó a besar desesperadamente casi hasta dejarme sin aire, tuve que pararlo en más de una oportunidad, pero el chico estaba desesperado por desvirgarme, y no entraba en razones, se coloco el forro y con el pene erecto no encontraba por donde ingresar, en ese mismo momento me estaba arrepintiendo de todo lo que habíamos preparado, me dieron ganas de salir corriendo, pero él estaba fuera de sí.

Con toda calma tome suavemente su pene y lo guié hasta el orificio vaginal, creo que penetró no más de 3 centímetros y el pibe empezó a jadear como un perro y en menos de 20 segundos descargó toda su artillería. Definir la situación como frustrante seria poco, fue un desastre, me apretó tanto los pechos mientras quería penetrarme que me dejó unos buenos moretones.

Lo peor vino después, el pibe quería sangre, me preguntaba cómo era que no había sangrado si yo era virgen, lo que no sabía era que posiblemente yo ya me había desflorado tocándome o cuando me colocaba el mango del cepillo, y no todas las mujeres sangran, muy básico el chico.

Me fui a mi casa sin pena ni gloria, más bien frustrada, cuando le conté a Susana no lo podía creer… a veces cuando lo recuerdo me muero de risa, ¿Cómo no me hice monja? Y pensar que el boludo andará diciendo yo desvirgué a  Carla.